Cuando era una niña, y tenía la cabeza lavada por tanta novela y cuentos del tipo “el príncipe azul y fueron felices para toda la vida” siempre me imaginé a mi misma viviendo un tórrido romance lleno de elementos cursis y promesas de amor eterno...
Pero me topé con los libros, y Ana Karenina rompio vilmente mis ilusiones y creencias de los amores perfectos y fue revelada, ante mis ojos infantiles la otra cara de la moneda.... la infidelidad. Después de eso y observando más detenidamente las cosas, me di cuenta que todos los seres humanos somos infieles, infieles no solo a nuestra pareja, somos infieles a nosotros mismos principalmente.
Y para mi fue horrible darme cuenta que yo, niña de 9 años me era infiel cuando mis amiguitas me invitaban a jugar barbies y yo, aunque no quisiera y no me gustara y odiara a las barbies, iba muy campante con mi muñeca costa dorada a tomar el té. Me estaba siendo infiel a mi misma.
Después llegó la pubertad y yo me convertí en una puberta furiosa, quería a toda costar ser acá bien mala y andar con cholos (que nunca me pelaron) y escuchar música bien pesada (pero amaba a los backstreet boys). En el fondo me sentía un poco desconectada de lo que normalmente sería una adolescente promedio, yo leía mucho, escribía cuentos y entraba a concursos. Mis amigas por su parte, eran todas unas adolescentes promedio en su esplendor, se pintaban la cara de colores, salían a patinar y a conocer “chicos”. Yo las acompañaba, claro, tampoco era una antisocial, ni nada parecido.
Ellas todas simpáticas, vivarachas llenas de un “no sé qué, qué sé yo” tenían novios a diestra y siniestra. A mi nunca me fue bien. Lo curioso de ellas, es que eran infieles. Tenían el novio de la secundaria, con el que andaban de manita sudada en el recreo y estaba también el novio de la academia de ingles, y del parque, y el de la calle. Nunca las juzgué, pero todas me recordaban a Ana Karenina y su final.
Entrando a la Prepa por arte de magia (no fue magia, deje de leer como si no hubiera un mañana, empecé a ver MTV y a leer revistas del tipo 15 a 20) los hombres voltearon a ver-mis bubis-me y tuve un novio. Me fue infiel en mi cara y me dijo algo como “lo hice porque nuestros signos no son compatibles” 0.o (háganme el chingado favor).
Luego entre a la universidad y me enamoré por primera vez, así, hasta las manitas, y no me importaba si vivía debajo de un árbol, siempre y cuando estuviera con él (así de pendeja estaba) y me fue infiel con una amiga mía. Y juré nunca jamás volverme a enamorar y a sufrir por un hombre y convertiría en piedra mi corazón y me volví bien bitch (según).
Pase dos años y medio sin nadie, nomás picando por aquí y por allá (sin albur puercos) y eso me sanó. Luego conocí a mi ex – ex y yo le fui infiel.
Por primera vez fui infiel, y fue en el momento algo que no pensé, que no medité, que sucedió. Dicen que existe una línea muy delgada de todo lo que puedes permitir y lo que no, y si, si existe. Y no tengo justificación, no voy a decir que fue el alcohol, que ni había (mucho, en mi organismo) ni lo mal que iba la relación y lo poco satisfecha que me sentía, simplemente paso y no me arrepentí, al menos no por mi.
Nunca se enteró, ni se enterará, la relación se acabó a los pocos meses y no por mi infidelidad y no se lo confesé por dos razones, una no lo quise herir, y dos, cuando descargas ese tipo de noticias, lo haces de una manera muy egoísta, tratando de quitar la propia culpa y yo no la sentía. Nunca la sentí.
De eso sólo me quedó un mal sabor de boca, una espinita molesta que no duele, pero que incomoda. Al final de cuentas, no le fui infiel a él, me fui infiel a mi, me dolí yo, me herí a mi misma, porque a pesar de todo, aún creo en los tórridos romances, llenos de elementos cursis y declaraciones de amor eternos.
Los seres humanos somos entes sociales, pero ante todo somos primitivos, la parte “civilizada” que nos caracteriza solo ha sido una forma de encarrilar la conducta de acuerdo a las necesidades evolutivas de la sociedad y con eso se han creado los valores y la ética y demás mafufadas que hacen que nuestro ser primitivo se duerma un poquito. La fidelidad y la monogamia son términos relativamente nuevos. Lo que hace a una persona fiel y monógama son los valores y las experiencias de aprendizaje significativas.
Mi relación con la infidelidad es ambigua, a mi me han sido infiel muchas veces y de maneras muy descaradas. Yo en cambio, aún creo en el compromiso, el compromiso de estar con una persona, la seguridad que esto brinda y sobre todo la lealtad, soy alguien muy leal. No perdonaría una infidelidad, ¿por qué? Porque supongamos que la perdono y todo bien unos meses, pero la duda mata, la desconfianza genera inseguridad y la inseguridad agresión y al final duele. Mejor ahorrarse la energía y llorar el coraje y la tristeza de un sentón.
Sé que no volvería a ser infiel, es algo que en realidad no va con lo que soy, con lo que he aprendido por lo que he pasado, ser infiel para mi es como darme una dolorosa cachetada. Y nada duele más que las propias cachetadas.
Ya pues...
Fin, huyan.
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